Una de cuentitos

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Begoña Gil estudió sociología y trabaja en la administración pública, en Servicios Sociales, aunque lo que de verdad le gusta es contar historias.
Ha publicado un noir rural y tiene dos novelas más en camino.
En esta recopilación de relatos cortos reúne los que ha ido escribiendo a lo largo de los años; algunos vieron la luz en La Voz De Galicia, otros se publican aquí por primera vez.

Tienen temáticas distintas y se desarrollan en diferentes ambientes, aunque comparten un punto de ternura que atrapará al lector desde la primera página.

Memor.IA

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Josefa, 89 años, natural de Barcelona, participa en un experimento: va a enlazarse con une inteligencia artificial para revertir su alzhéimer avanzado.
Si todo va bien, el procedimiento podrá aplicarse a todo el que lo necesite.
Tiene que ir bien.
Además de reparar su cerebro, le IA se encargará de que Josefa mantenga unos hábitos de vida saludables y adecuados. Comida sana, vida sana, cuerpo sano. Nada de excesos.
Por desgracia, Josefa tiene otros planes.

Crónicas Funestas: el juego de rol

Acompaña a Coso Abripio y sus amigos (o enemigos) en sus aventuras por toda la isla.

Con este manual podrás con un dado de seis caras (lo que los eruditos möhenses llaman “1D6”) o bien de una forma más narrativa.

Ofrece un amplio abanico de posibilidades: para jugar con los más pequeños o los más mayores; para novatos o para expertos; en una sesión o en varias.

Incluye: mapa, árbol genealógico, ficha para la creación de personajes, un generador automático de personajes y ocho personajes ya creados, listos para empezar a jugar.

 

Pequeño Alce

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Coso Abripio era pequeño y esmirriado, y nadie parecía tomarlo demasiado en serio.

Exopto, por ejemplo, estaba convencido de que era tontísimo. Claro que Exopto no era nadie para criticar: de hecho, últimamente había cometido una serie de errores catastróficos.

Por ejemplo, debía admitir que lo de robar un uniforme militar no había sido buena idea; lo de acostarse con la prometida del herrero, seguramente tampoco. Al menos lo del oso no había sido culpa suya. Bueno, quizá algo sí.

Luego estaban esos extraños sueños, que no podían profetizar nada bueno. Exopto estaba convencido de que la princesa se encontraba en peligro y de que era el único capaz de salvarla… aunque para eso primero iba a tener que salvarse él.

La vieja y malvada bruja

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La vieja y malvada bruja vive en una cabaña en lo más profundo del bosque. Tiene todo lo que una vieja y malvada bruja debería tener: un vestido negro y picudo, una nariz verde y ganchuda, y una melena larga y greñuda, en cuyas profundidades vive un murciélago perezoso.

A la bruja le gustan muchas cosas: le gusta comer princesas, le gusta comer niños, le gusta comer ranas, le gusta comer esas bolitas negras que aparecen a veces entre los dedos de los pies… en resumen: a la bruja le gusta comer. También le gusta que la dejen tranquila, aunque esto suele resultarle un poco más difícil.

Aquí encontrarás todas las minihistorias de la vieja y malvada bruja publicadas hasta la fecha en el blog de Lorzagirl, más una nueva, escrita expresamente para esta edición.

Vayamos por partes III

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Ilustrado por ZaraJota.

Algunas personas tienen lorza, y otras no. Lorzagirl es de las primeras. Otra cosa que tiene, aparte de lorzas, son casi treinta años. ¡Está a punto de que se le pase el arroz! ¡O de que se le queme! ¡Otra vez! ¡Como el microondas!

Por suerte, ahí está ZaraJota, que cocina peor que ella pero a lo mejor puede echarle una mano con… ¿cómo se llama eso de estudiar mucho y no aprobar nunca? Las oposiciones. Y la mudanza. Y el parchís.

Por su parte, Hermano Mediano ha decidido operarse de la cabeza y lo mismo van los médicos y nos lo dejan tontusillo. O peor: exactamente como antes. Y mientras tanto, se cuece una sorpresa y un viaje al Caribe que, quién lo habría imaginado, está justo al ladito de Atenas.

Vayamos por partes II

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Ilustrado por ZaraJota.

Algunas personas tienen lorzas y otras no: Lorzagirl es de las primeras.

No es que le preocupe demasiado porque, ahora mismo, tiene problemas más urgentes: encontrar trabajo, conseguir un piso decente (en Madrid, nada menos) y evitar que arda el microondas. Otra vez.

Mientras tanto, tiene que lidiar con una cobaya con tendencia al escapismo, unos fontaneros que no paran de agujerearle paredes, un portero que la toma por tonta sin motivo aparente, una presidenta de la comunidad que da miedo y unos vecinos que son… bueno, son.

Las cosas serían más sencillas si al menos consiguiera sacarse el carnet de conducir, lo que pasa es que los examinadores le tienen manía. Y miedo. Pero sobre todo manía.

O al menos eso es lo que ella dice en su blog.